El desarrollo del lenguaje en los niños y niñas es en sí un proceso de aprendizaje durante el cual el escuchar tiene un rol esencial. Mucho antes de que balbucee o exprese sus primeras palabras, el niño ya ha entrenado su oído para enfocar los sonidos del idioma de sus padres. Ya ha aprendido a escuchar las estructuras del lenguaje que le permiten asimilarlas y memorizarlas. Posteriormente, cuando sienta el deseo de comunicarse, tendrá que aprender a imitar el idioma. Deberá practicar escuchándose a sí mismo; repetir sonidos, fonemas y después palabras para encontrar la manera adecuada de emitirlos y usarlos para comunicarse. Para los niños y niñas, armar este rompecabezas de sonidos se vuelve un juego, lo que podemos constatar cuando lo vemos balbucear y repetir palabras.
Este ejercicio, de escucharse a sí mismo, es el punto de partida para la adquisición de la expresión oral.
La expresión oral de los niños y niñas debe estar bien establecido para cuando comienza con el lenguaje escrito en la escuela. Si es así, los sonidos del idioma que han sido integrados de manera adecuada y que pueden ser reproducidos sin distorsión, pueden ser traducidos con facilidad a su forma escrita. El niño, entonces, aprende a leer, escribir y a deletrear sin dificultad. La música es un lenguaje, básicamente, porque es un sistema coherente de signos, formatos y estructuras que permite comunicar experiencias. Al igual que cada cultura habla su idioma, la música presenta en cada comunidad de personas los ritmos, giros característicos, escalas, etc., que la naturaleza de la cultura le ha ido confiriendo.
En la educación inicial la música transcurre en un plano social, desde lo lúdico y estético y como presencia transversal en el ritmo de trabajo, el fenómeno social es el punto de partida del aprendizaje, el niño reacciona a estímulos sonoros, imita y explora.
Existe una gran relación entre la música y el lenguaje, ya que el lenguaje articulado constituye la más distintiva de las características humanas, todo niño logra su dominio alrededor de los cinco a seis años. Cada cual domina, entre otros medios de comunicación un vasto sistema lingüístico para expresar sus necesidades, sus afectos, sus rechazos y sus pensamientos a las personas que le rodean, mediante la utilización de sonidos y gestos.
El lenguaje articulado está, fundamentalmente, constituido por un sistema de sonidos capaces de combinarse entre sí.
Este ejercicio, de escucharse a sí mismo, es el punto de partida para la adquisición de la expresión oral.
La expresión oral de los niños y niñas debe estar bien establecido para cuando comienza con el lenguaje escrito en la escuela. Si es así, los sonidos del idioma que han sido integrados de manera adecuada y que pueden ser reproducidos sin distorsión, pueden ser traducidos con facilidad a su forma escrita. El niño, entonces, aprende a leer, escribir y a deletrear sin dificultad. La música es un lenguaje, básicamente, porque es un sistema coherente de signos, formatos y estructuras que permite comunicar experiencias. Al igual que cada cultura habla su idioma, la música presenta en cada comunidad de personas los ritmos, giros característicos, escalas, etc., que la naturaleza de la cultura le ha ido confiriendo.
En la educación inicial la música transcurre en un plano social, desde lo lúdico y estético y como presencia transversal en el ritmo de trabajo, el fenómeno social es el punto de partida del aprendizaje, el niño reacciona a estímulos sonoros, imita y explora.
El lenguaje articulado está, fundamentalmente, constituido por un sistema de sonidos capaces de combinarse entre sí.
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